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En Kavafis, el poema “Ítaca” representa la vida como viaje; “La Ciudad”, representa la inevitabilidad del destino. Son las dos caras de la misma moneda. En el grabado, la ventana es la conección, el límite fronterizo donde la figura se encuentra: ante el fondo del cuarto obscuro y frente al espacio abierto del nuevo día. El muro expresa lo vivido, las cicatrices del viaje, que van dejando su huella en el devenir. Es una metáfora de la materialidad del grabado.